El Ángel Seductor

Drake la llevó hasta su casa, en lo profundo del bosque, y dejó que se diera un baño, pues su cuerpo seguía cubierto de sangre.
Aeryn no tenía ropa, era un Ángel, pero Drake muy amablemente le ofreció una túnica de color negro, bella muy bella, y de la mejor seda.
El Ángel de la muerte ahora estaba feliz, sonriente y cantarina.
Cuando terminó de bañarse se acercó hasta Drake, necesitaba saber quien era él.

- Quiero saber quien eres. -dijo Aeryn.-

El chico la miró y sonriendo se acercó hasta ella. Le acarició el cabello dulcemente y asintió.

- Como ya sabes, mi nombre es Drake. Soy el Ángel de la vida, si bien tu vienes del Infierno, yo vengo del Cielo. -dijo mostrando al fin sus preciosas alas del más puro blanco.-
- ¿El Ángel de la vida? -dijo ella.-
- Cuando va a nacer un nuevo ser soy el encargado de hacer que tenga vida. Estoy aquí, en la Tierra, desterrado, porque cometí un error. Salve a alguien que estaba a punto de morir, dandole vida, y eso está prohibido, porque cada ser tiene la hora de su muerte y no ha de cambiarse. -dijo mirando al cielo.-

Aeryn soltó un suspiro.
Su Ángel salvador, la miro, con esos ojos color plata. Ella se estremeció.
Con solo una mirada, dulce, tentadora, la estaba seduciendo.
Drake se acercó a ella y le acarició el rostro. Con uno de sus dedos rozó los labios de Aeryn, haciendo que ésta sintiera un escalofrío por todo su cuerpo.

- Tu y yo estamos destinados, mi Ángel. -dijo Drake.-

Sus labios se juntaron con los de Aeryn.
Un beso lleno de ternura, dulzura, pero muy pasional, arrebatadoramente pasional.
Drake la cogió en brazos, y la tumbó en su cama.
Esa noche era de los dos, ellos lo sabían.
Los besos y las caricias fueron cada vez más ardientes. El deseo se notaba en el ambiente.
Sus cuerpos llenos de pasión querían más y más.
Esa noche Aeryn creyó morir en los brazos de su amado.
Había sido suya, y lo sería por siempre.