martes, 23 de junio de 2009

Enfrentando al lobo feroz


Iria se colocó su capa roja y desde la puerta de su casa miró al cielo, estaba despejado.
Había quedado con el lobo feroz en el bosque, había llegado el momento de enfrentarlo y dejar de huir de él.

Alan la vio aparecer y se apresuró a levantarse del suelo.

- Has venido mi querida Caperu. -dijo.-
- Es hora de enfrentarme a ti mi querido lobo feroz. -contestó Iria.-

Alan sonrió y la cogió de la mano.

- Ven, vamos a jugar. Sólo dejaté llevar.

Iria asintió y sonrió.
Alan la tumbó en el suelo, y él encima.
Le quito la capa roja. Caperucita era traviesa, no llevaba ropa debajo de la capa.
Y el lobo quería ver hasta donde era capaz de llegar Caperu.
La besó en los labios y recorrió cada rincón de su cuerpo envolviéndola con sus besos.

- ¿Esto está bien? Digo, aquí en el bosque y dos aunténticos desconocidos. -dijo Iria.-

Alan le hizo un gesto de silencio con el dedo para después poder continuar.
Palpó con sus grandes manos los pequeños pechos de Caperu y los acarició. Acercó la boca a sus pezones y los chupó como si fuese la primera vez que lo hacía.
Caperucita, dulce e inocente, dejó escapar su primer gemido.
El lobo feroz bajó una de sus manos acariciando el cuerpo de su presa hasta topar con su sexo. Introdujo uno de sus dedos y después dos más.
Iria dejaba escapar un gemido tras otro.

- Caperucita se rinde al lobo... ¡Fóllame ya! -dejó escapar otro gemido más.-

Los pantalones de Alan se deslizaron poco a poco, mientras Iria abría las piernas.
Alan se acomodó encima de ella e introdujo su verga muy despacio.
Se la clavó una y otra vez, mientras ella gemía, y él se volvía cada vez más loco al mirar los preciosos ojos azules de Caperucita.
Iria se aferró a la espalda de su lobo y le arañó, una gatita o quizás una tigresa en pleno juego de placer.

- Más, más, más. -gritó ella moviéndose al compás del chico.-

Él hizo lo ordenado y le dio más, mucho más.
Se derramó en el cuerpecito menudo de Caperu, mientras ella se encogía de placer al llegar al orgasmo.
Alan se dejó caer a su lado y suspiró.

- Dos desconocidos...muy cachondos... -rió Iria.-
- No somos tan desconocidos, nos conocemos de bañarnos en el río. -la corrigió Alan.- Aunque sólo sea de vista.
- Hablando del río... Vamos a bañarnos.

La pequeña Caperucita enfrentó al lobo feroz, a su dulce lobo feroz.

3 comentarios:

antonio dijo...

jiji mu bueno caperucita
te sigo leyendo

La Chica Piruleta dijo...

eso espero jeje

pasaré a leerme tu blog!

Anónimo dijo...

Gracias :) A mí también me gusta mucho tu blog. Caprucita se mete en líos eh xdd.
Bueno feliz verano pequeña! Que ya tocaba!