Aquel día había mucha gente en la playa. Pero yo estaba sola.
Mi única compañía era la música que llegaba a mis oídos a través de mi mp4.
Busqué un hueco libre y dejé mi toalla, mi sombrilla y mi mochila.
Yo quería quedarme para ver el atardecer.
La gente se fue marchando y me quedé sola, como siempre.
Solté mi mp4 en la mochila y con los pies descalzos me puse a andar por la arena.
Me encontré con él de frente, también estaba paseando. Me miró y me sonrió. Le devolví la sonrisa.
Eso nos bastó para unirnos en nuestro paseo.
- Quiero dejar montones de huellas. -me dijo.-
Como si fuésemos niños pequeños nos cogimos de la mano y empezamos a correr, a saltar…y acabamos muchas veces en el suelo.
En una de esas veces me besaste. Fue el beso más bonito que me habían dado hasta ahora, dulce y con el perfecto misterio de ser dos desconocidos.
Nos sentamos juntos en la fina arena y vimos el atardecer. Abrazados.
- Vengo todas las tardes. -dijo.-
- Yo...lo intentaré. -respondí.-
Se despidió de mí con un beso y lo vi marcharse.
Un día, después de unos meses lo volví a ver, justo en frente de mi casa, como si hubiese estado buscándome por mucho tiempo.
Después de eso lo besé.
Y después de ese beso vinieron muchos más.
6 comentarios:
Que comienzo, carajo...
Precioso Precioso Precioso.
Me has conmovido.
Muchas gracias Carlos.
Todo un halago viniendo de ti, que escribes genial.
Precioso atardecer..como el abrazo, como el beso, supongo. Tan cálido...tan efimero..:)
"..dulce y con el perfecto misterio de ser dos desconocidos."
Qué bien saben esos besos.
Y qué bien saben cuando se repiten una y otra vez tras conocerse de verdad :)
paisana cada dia te mejoras
increible
Muchísimas gracias por los coments.
Sois un encanto!
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