Oigo el crujir de mis dedos y sé que estoy apretando los puños.
Respiro profundamente y trato de relajarme. Mientras el aire llega a mis pulmones abro las manos y estiro los dedos. Hoy estoy enfadada, pero no soy violenta, no lo soy en absoluto, así que suelto el aire que he estado aguantando y agito la cabeza.
Mañana será otro día.
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